martes, junio 29, 2010

Lunes.
El viento se lo llevan las palabras, pensó. El ascensor estaba en el séptimo, alguien llegó antes. Su habitación sigue igual de ordenada, aunque los libros se sigan apilando descuidados y eso que la literatura, la literatura qué? Mira el teléfono pero no hay llamadas perdidas. En realidad seguro que sí, hay llamadas perdidas entre uno y otro, entre lo que quería decir y lo que pensaba que quería decir y entre lo que en realidad pasó, se perdieron muchas cosas y tantas otras aparecieron como los colores, los colores: azul oscuro, azul marino y la distancia cromática que los separan que es la cantidad de luz que reflejan? No sé, nunca se lo llegaron a explicar.

miércoles, junio 16, 2010

Toda la pared del edificio está manchada, como vieja. Pienso en ella, por la ventana. El libro lleva una dedicatoria del 86, es una edición rarísima, muy difícil de conseguir. Están marcados en lápiz negro algunos párrafos con una cruz, y cada dos o tres páginas están dobladas las esquinas superiores. Pienso que leía de a poquito, que no le gustaba mucho. O sí, porque dejó varias cruces, pero igual, seguro le costaba leer más de tres páginas por día. Pienso en ella desde el 86 hasta ahora. Le revisé la biblioteca, los cuadros que pintaba. En Google figura su nombre más como arquitecta que como artista. Figuran las dos cosas, y un artículo para La Nación. En la dedicatoria le piden que siga siendo tan paloma como siempre. Y pienso en ella, la dedicatoria y creo que hubiera tenido miedo si no fuera porque el del séptimo B prende la luz del baño y mientras se escucha música de agua ilumina un poquito lo negro de todo el edificio.

martes, junio 01, 2010

Todos los círculos que están sobre la mesada
son violetas, como de vino.
La huella de la parte de abajo
del vaso, me marcaste
lo blanco de la habitación.
Mi madre entra y pregunta
si hubo alguien durante la noche.
Nadie, contesto.