jueves, marzo 20, 2008

ahora

Lo que quiero

Estoy sentado en un bar, de New York, Manhattan. Solo en la mesa, en el bar hay más gente, la luz no me deja ver la hora, no es temprano. Las notas del saxo flotan en el aire flotan y se van sobre un río que las arrastra. Yo creo que tengo un café o algo para tomar. Veo el brillo del saxo a lo lejos en una escala de naranjas y rosas. Las notas suenan en un loop interminable que me endulza el oído, la misma escala de notas, nunca se torna repetitiva, podría escucharla por días. Alrededor la música absorbe a la gente y nadie habla. Me apoyo en el respaldo de la silla, bajo los hombros suspiro largo. Afuera está lloviendo. La ciudad es grande y gris. Entonces siento que mi cuerpo no pesa y una calidez del pecho me adormece.

Lo que quiero II

Estar durmiendo en un lugar lejos.

Una novia que me quiera.

Escuchar un saxo a lo lejos.

Viajar en un crucero.

Estar solo en un bosque con árboles que no pueda verle las copas.

Vivir cerca del Rhin, al sur.

Conocer ciudades enormes y grises donde nadie tenga nombre.

Que me abracen mucho.

Sacar fotos.

Saludar con una caricia en la mejilla.

Nada más!

miércoles, marzo 19, 2008

ahora

Mi mano izquierda toca el piso. Tengo nieve en las pestañas, veo un campo desierto y cubierto de nieve. Es de día, puedo distinguir y enumerar cada corpúsculo de luz. Primero el frio despertó solo a mis dedos, pero ahora tambien mis piernas reaccionan, mis mejillas se vuelven enamoradamente rosas. Pienso lo mismo todos los años, el invierno podria limpiarme los ojos esta vez, podria limpiarme la garganta, ¿donde guardo la tristeza? Pero no es invierno todavía, y eso me hace respirar mas profundo, comer todos los copos de nieve que caen en mis labios: es primavera y está nevando, y tengo un solo dia para despertarme.
Si camino unos pasos más voy a encontrar una mesita circular y plateada llena de teteras. Hay cinco mesitas más, en hilera, llenas de frambuesas, limones para el té, minúsculas mantas de hojaldre, azúcar en terrones para comer solos.
Si sigo caminando va a aparecer un telón negro, un escenario en el medio de la nada, y no me va a dar miedo, porque puedo ver los caballitos dorados decorando sus paredes, los caballitos que sonrien con la mirada, que me invitan a espiar quién me llama desde dentro del escenario.