miércoles, abril 28, 2010

chau

martes, abril 27, 2010

El compás de tu nombre en Avenida Caseros tan cerca de casa, el compás, la avenida, tu nombre. Como una canción pero más obvia, tu nombre contra los edificios y más arriba las cúpulas y más arriba.

sábado, abril 24, 2010

Tomando las cosas solo un poco en serio,
leo tu nombre en todos mis libros.
Y no es que sea mi culpa,
es que está escrito en todas partes.

domingo, abril 18, 2010

un poema de Manuel Vila

MacDonald’s


Estoy en el MacDonald’s de la Plaza de España de Zaragoza,
haciendo la cola gigantesca,
con los ojos clavados en los carteles de los precios,
el dinero justo en la mano derecha,
billetes arrugados.

Estoy ahora en el piso subterráneo, arriba fue imposible.
Estoy sentado al lado de un niño negro que tiene en su mano
una patata amarilla untada de ketchup muy rojo:
Santísima bandera del otro mundo, el niño negro que
resplandece,
mi hermano ciego.
El niño está solo, no bebe,
no le llega para la Cocacola, sólo patatas.
Sólo patatas, sólo patatas, esa desgracia,
esa soledad idéntica a la mía,
¿no lo entiendes?, sólo le llega para las patatas,
Y está sentado, quieto,
En su trono, la negritud y el niño,
En el trono, allá, allá, en ese trono radiante.

MacDonald’s siempre está lleno.
Es el mejor restaurante de Zaragoza,
Una alegría despedazada nos despedaza el corazón:
Por res euros te llenan de cajas, de vasos de plástico, de bolsas,
de pajitas, de bandejas.
Es el mejor restaurante del mundo.
Es un restaurante comunista.
Rumanos, negros, chilenos, polacos, cubanos, yo mismo.,
aquí estamos, abajo, al lado de un muñeco,
al lado de un cartel que dice “I’m lovin’ it”.
Tengo una bota encima de un charco
de un helado de nata deshecho. Miro l nata comerse el tacón de
mi bota.
Una nata blanca, despedazada.
Arde el sol sin tiempo, bulle la mano sucia.

A mi lado, una niña de veinte años le dice a un tío de diecisiete
que no le importaría hacérselo con él. Con él, con él, un eco negro.
Y ríen hamburguesa goteante,
Cada boca en un extremo, y se marchan y
se muerden.
Y tragan patatas fritas. Y se besan. Y se tocan.
Y se despedazan.
En Londres, en París, en Buenos Aires,
en Moscú, en Tokio,
en Ciudad del Cabo, en Tucson, en Praga,
en Pekín, en Gijón,
somos millones, la tarde harapienta,
el dolor en el cerebro, la comida,
millones en miles de subterráneos esparcidos
por la gran tierra de los hombres.

Estoy en paz aquí con todo: barata la carne, barata la vida,
baratas las patatas.
Me siento Lenin. Soy Lenin, el marica inusitado,
el gran hereje, el loco supremo,
el hijo de la última mano miserable que tocó
el monstruoso corazón del cielo.
Si Lenin volviera, MacDonald’s sería el sitio,
el palacio sin luna,
el gueto de las reuniones clandestinas.

Algo importante está sucediendo
en este subterráneo del MacDonald’s
de la Plaza de España de Zaragoza,
pero no sé qué es.
No lo sé.
De un momento a otro, vamos a arañar la felicidad:
el niño negro, los novios, el muñeco, la nata del suelo, mis botas.
Botas nuevas, de piel brillante, con la punta afilada en señal de
muerte.
En MacDonald’s, allí, allí estamos.
Carne abundante por tres euros.

jueves, abril 15, 2010

no sé qué título ponerle a esto

no había nadie en la casa
le dije que volvía en cinco
la ventana estaba abierta, hacía frío
no dejó nada escrito

cerró la puerta del lado de adentro y justo llamaron de abajo
¿con quién vivís vos?

después se puso todo negro y me olvidé.

domingo, abril 11, 2010

en un café

A: Bueno, sí, nada, fuimos a tomar algo a Paloko.
B: ¿A Paloko?
A: Sí, a Paloko. Yo lo cité ahí. De paso jugábamos al bowling.
B: Estás re loca.
A: No, igual a él le encantó, eh. Me dijo que le parecía re original ir a Paloko, que siempre que sale con minas va a bares así, medio cool, y que le había parecido genial mi idea.
B se ríe.
A: Bueno, y jugamos un partidito, ¿no? Y él me parecía divertido, pero no sé, no me daban ganas de darle un beso.
B: ¿Cómo es?
A: Es alto, flaco, bastante flaco, pelo... morocho...normal.
B: ¿Ojos?
A: Marrones, más bien claros... Sí, sí, marrones claros.
B: Bueno, seguime contando.
A: Sí, bueno, viste cómo es el bowling, vas, hacés una jugada, te volvés a sentar, después te toca otra vez...
B: Sí, boluda, ya sé cómo se juega al bowling
A: Ya sé que sabés pero me pasó algo re raro. Gané yo, cosa que... Nada, iba a decir una boludez
B: Dale, que te hubiera gustado más que gane él
A: Sí, re estúpido pensar eso igual
B: Sí
A: Bueno, y nada, me lo re festejaba, hacía chistes, qué sé yo. Y me invitó a la casa cuando terminamos de jugar.
B: ¿Y?
A: Y le dije que no porque cuando se sentaba el pantalón se le hacía más corto, ¿entendés? Y se le veían las medias y los pelos de las piernas. Y las medias eran rojas y los zapatos marrones. Por eso no quise...
B se ríe.
B: ¿Si hubiera tenido medias blancas le hubieras dicho que sí?
A: No, no es eso... Lo que pasa es que no sé si soy yo o qué pero...Te juro, me acordaba ahí en el bowling, los pelos, no podía, no sé, no podía...

domingo, abril 04, 2010

poemas de julieta prandi

La bata me pesa,
me cuelga como un yo-yo
de la mano de un niño.
Y no me siento abierta,
ni nada.

***

Me caigo del banquito
cada vez que miro fotos
y me estropeo la boca
de tanto que la tapo.

jueves, abril 01, 2010

Seguiremos, de ser posible.
No tengo miedo. Nunca podría tenerlo.
Nunca supe cómo...
Tengo que irme, hasta luego.