Cuando llegamos esa tarde a la casa del campo nos dimos cuenta que no había luz. Dejamos los bolsos en la pieza y después de revisar los fusibles advertimos que por un par de días ibamos a seguir sin luz. Nos munimos de velas para la noche y nos acomodamos con la resolana que todavía nos daba la tarde. Nos duchamos y nos organizamos, vos, que lo hacìas tan bien, cocinabas, yo limpiaba. Me parecía justo. Cuando llegaba la noche leíamos sentados en la misma habitación; compartíamos el silencio y hablabamos de cosas que nos queríamos contar. Era la primera vez que íbamos a compartir la cama tantos días seguidos. No nos queríamos cansar, esta vez no nos queríamos aburrir. La primera noche pasó y fue tranquila, la segunda noche fue hermosa. Con los días me enamoré de tu gusto y tu prolijidad, pero sobre todo de tu manera de sentir. Realmente era hermoso tenerte cerca para merendar para hablar o no, para que me cuentes y yo te cuente. Caminemos juntos. No te voy a soltar más.
Lo que más nos gustaba era sentirnos chicos en la inmensidad del campo verde de atrás que nos rugía de noche con grillos, rocío y perros sueltos durmiendo.
Lo que más nos gustaba era sentirnos chicos en la inmensidad del campo verde de atrás que nos rugía de noche con grillos, rocío y perros sueltos durmiendo.
4 Comments:
Bello. Muy à la Bléfari.
que viva todo
hoy paso a buscar a malu por la radio, mensajeame si venís.
che, prometo no subir más ni borrar más
tengo la mente un poquito bloqueada
La estupidez:
Una persona que ve "El secreto de sus ojos" y la odia y se pregunta "¿tan de izquierda soy?".
Después va caminando por la calle y ve un cartel que dice "Kirchner = plata a villeros". Entonces comenta: "no está tan mal, no?".
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